Neuroarquitectura

Diversos estudios han demostrado que la arquitectura de los espacios que nos rodean es capaz de influir en cómo nos comportamos o en que desarrollemos determinados hábitos. No en vano nuestra vida transcurre en su mayor parte dentro de los edificios. Por eso, apostar por una arquitectura sostenible y respetuosa con el individuo tiene muchos beneficios.

La neuroarquitectura es un área de la arquitectura que, en base a datos y evidencias científicas, analiza de forma objetiva y sistemática cómo los espacios construidos modifican nuestras emociones y nuestras capacidades. Su objetivo es construir espacios que mejoren la productividad y el bienestar de las personas.

Principalmente, la neuroarquitectura establece cuáles son los aspectos clave a la hora de configurar los espacios con el fin de lograr que la mente, y consiguientemente el cuerpo, se encuentren relajados. Desde Vivienda Saludable vamos a repasar algunos de ellos.

Elementos clave de la neuroarquitectura:

  • La iluminación: La luz natural ayuda a la concentración de las personas y genera un ambiente más amable que la luz artificial. Este tipo de luz obliga al cerebro a esforzarse más en la tarea a realizar, y eso incide negativamente en la productividad. Además, la luz natural acerca a los individuos con el exterior de los espacios. Es por eso que los ambientes con iluminación natural provocan sensación de intimidad y comodidad, ya que generan una proximidad con la naturaleza y con lo que está fuera. Además de estimular el ritmo natural del cuerpo, mejora la salud y el bienestar. Para ello, los proyectos deben favorecer ventanas que permitan la entrada de luz natural y cortinas de tejidos ligeros.
  • Zonas verdes: La sensación de estar encerrados genera estrés y disminuye la productividad de quienes se encuentren en esos habitáculos. Junto con la luz natural, el contacto del ser humano con las zonas verdes ayuda a abrir la mente, aumenta la concentración y favorece la calma. Las vistas al exterior de los edificios mejoran el estado de ánimo de los habitantes o trabajadores. Además, la presencia de vegetación contribuye a la creación de ambientes más saludables, contribuyendo a regular la humedad y a absorber las partículas tóxicas del aire.
  • Los techos: Según varios estudios científicos, la altura de los techos también influye en la concentración y actividades de las personas. Así, los techos altos son adecuados para las tareas más creativas, mientras que los bajos favorecen un trabajo de carácter más rutinario.
  • Los colores: Los colores influyen en nuestro estado de ánimo, por lo que es fundamental estudiar el efecto de las distintas tonalidades en nuestro cerebro y así emplearlos de la forma más eficiente. Los tonos cercanos a la naturaleza (verdes, azules, amarillos) reducen el estrés, aumentan la sensación de confort e inciden sobre la percepción del espacio como un edificio saludable. En el ámbito de la vivienda, es preferible que el color ejerza un efecto tranquilizante, reparador. Para ello, conviene emplear colores fuertes en paredes o estancias en las que el usuario permanezca durante un tiempo breve, o en elementos muy focalizados. Evitar mezclar variedades de colores distintos con contrastes fuertes ayudará a crear una atmósfera sosegada y a reducir el nerviosismo. El objetivo es combinar los colores armoniosamente con tonalidades similares y contrastes suaves.
  • Elementos arquitectónicos: Los ángulos o formas empleadas en los diseños arquitectónicos también tienen incidencia en el cerebro del ser humano. Los espacios rectangulares se perciben como menos agobiantes que los cuadrados, que sí provocan mayor sensación de estar encerrados. Los ángulos marcados de las edificaciones favorecen la aparición de estrés o ansiedad, frente a las curvas o contornos suaves que nos dan sensación de seguridad y comodidad.
  • Amortiguación térmica y acústica: La calidad de un espacio interior también se mide en su grado de protección frente a agentes externos de ruido y temperaturas inadecuadas para la salud. Es fundamental asegurar que los materiales de construcción cumplan con unos niveles de amortiguación termo-acústica capaces de mantener unas condiciones interiores adaptadas a estos requisitos. En este sentido, es vital contar un buen aislamiento en la vivienda, como puertas y ventanas de altas prestaciones, que lo garanticen.

En definitiva, la neuroarquitectura es una excelente herramienta para crear ambientes más saludables, analizando la rutina y las preferencias de una persona o de un grupo.

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