Los cambios bruscos de temperatura pasan factura a nuestro cuerpo y a nuestro hogar, tanto en las paredes como en el mobiliario, pero podemos minimizar sus consecuencias siguiendo algunos consejos.
Cada vez con mayor frecuencia asistimos a cambios bruscos de temperatura de un día para otro o incluso dentro de una misma jornada, en la que podemos experimentar una importante bajada de grados de la mañana a la tarde, o en tan solo unas horas.
Más allá de no saber bien qué ponernos o si coger el paraguas o no, este tipo de modificaciones tienen consecuencias en nuestro organismo. Y es que los cambios bruscos de temperaturas pueden ocasionar desde los temidos resfriados o catarros, hasta dolores de cabeza o de articulaciones.
Pero no solo eso, estos cambios tan fuertes también llegan a afectar a nuestra vivienda. Para empezar, el frío y el calor extremo tienen una incidencia directa en el mobiliario. Los cambios bruscos de temperatura pueden causar grietas de considerable tamaño y de difícil reparación en los muebles de madera de nuestro hogar.
Según los expertos, la temperatura óptima para que la madera se mantenga en óptimas condiciones está entre los 20 y los 24 grados. Por eso conviene no excederse con la calefacción en los meses de invierno, y protegerlos también del excesivo calor que estamos registrando los últimos veranos. Los muebles de hierro o de metal sometidos a temperaturas muy altas pueden llegar a deformarse. Si son bajas, pueden sufrir alguna fractura.
Los cambios drásticos de temperatura también pueden afectar al buen estado de los materiales de construcción. Las llamadas fisuras por temperatura son aquellas que se forman a causa de las variaciones de la temperatura dentro de la vivienda. Como con todos los materiales, los cambios de temperatura causan una expansión o contracción. La mayoría de los materiales que se usan para la construcción de las viviendas no son flexibles ni maleables por lo que al haber estos cambios se pueden crear fisuras.
Si existe un fuerte contraste térmico entre el frío del exterior y el calor del interior y hay una deficiente o nula ventilación se produce la condensación, generada por un excesivo nivel de vapor de agua en el ambiente y que se evidencia por las gotas de agua en ventanas y espejos, y la aparición de hongos y mohos en los marcos de las ventanas o en las esquinas.
Protege la vivienda de los cambios de temperatura
Desde Vivienda Saludable te contamos algunos consejos para evitar que los cambios bruscos de temperatura tengan algunas de las consecuencias mencionadas en tu hogar.
- Correcto aislamiento de la puerta de entrada: existen algunos mecanismos que contribuyen a evitar que se cuelen el aire o la suciedad en el hueco de debajo de las puertas, como los burletes. Pero la mejor opción es una puerta que te garantice un buen aislamiento, puesto que además contribuye a minimizar la perdida de temperatura -y consecuentemente no se registren tantos cambios- y la entrada de ruidos.
- Correcto aislamiento de las ventanas: el doble cristal, los estores o cortinas contribuyen a aislar la estancia del exterior. Sin embargo, apostar por ventanas de PVC de altas prestaciones, como las fabricadas con sistemas Kömmerling, son la mejor garantía para evitar que se cuelen corrientes de aire o frío, entre otras mejoras para nuestro hogar (menor gasto energético, reducción acústica, etc). La hermeticidad de las ventanas es fundamental para mantener una temperatura estable en el interior de nuestra casa, sin fugas ni filtraciones de aire indeseadas.
- Evitar exposición directa al sol: con el uso de toldos o bajando las persianas en las horas de mayor calor, para contribuir a no aumentar la temperatura dentro de casa.
- Aplicar una mano de pintura en los muebles de hierro o metal: se puede aplicar una mano de antioxidante y, después, el color deseado. Esta capa de pintura ayudará a que nada dañe este material y a que no se oxide.
- Mantener la temperatura de las habitaciones de manera constante: es decir, evitar que la temperatura de las habitaciones cambie de manera brusca, para que no se produzcan las fisuras por temperatura. En este sentido, realizar una correcta ventilación y no abusar de la calefacción ni del aire acondicionado es clave.
- Controlar la humedad de la vivienda: con ayuda de deshumidificadores, que ayudan a eliminar el exceso de humedad, o con humidificadores, que mantienen constante la humedad del ambiente en un espacio cerrado, por lo que pueden ser muy útiles en espacios que no puedan ventilarse correctamente.
Intentar mantener una temperatura constante y una humedad media serán de gran ayuda para que las oscilaciones de temperatura no han excesiva mella en nuestro hogar.