Filosofía Slow food

La filosofía ‘slow food’ une el placer de la buena mesa con el compromiso hacia las comunidades locales y el medio ambiente. Te contamos cómo llevar esta tendencia saludable y comprometida a tu hogar.

Slow Food es una organización sin ánimo de lucro sostenida por sus socios. Fue fundada en 1989 a fin de contrarrestar el auge de la fast food (comida basura) y la fast life, impedir la desaparición de las tradiciones gastronómicas locales y combatir la pérdida de interés de la sociedad por los alimentos, su origen, su sabor y las consecuencias que cada una de las decisiones alimentarias ejerce en el mundo.

Según la organización, su filosofía consiste en unir el placer de la buena mesa con el compromiso hacia las comunidades locales y el medio ambiente. Slow food aspira a un mundo en el que todos puedan acceder y disfrutar de una comida buena para los consumidores, para los productores y para el planeta.

Desde sus comienzos la organización se ha convertido en un movimiento mundial que hoy involucra a millones de personas en más de 160 países.

 

Slow food en el hogar

Dentro de las pautas diseñadas por Slow food existen muchos conceptos que se pueden trasladar a nuestras viviendas para llevar a cabo un tipo de alimentación basado en estos criterios.

  1. Alimentos buenos, limpios y justos

El primer punto que se puede tomar como referencia es el de los tres principios de los alimentos: buenos, limpios y justos. Así, desde Slow food desarrolla el concepto de alimentos buenos como aquella alimentación sabrosa y fresca de temporada que satisfaga los sentidos y forme parte de la cultura local. El de alimentos limpios como la producción y consumo de alimentos que no perjudiquen al medio ambiente, el bienestar animal o la salud humana, y el de alimentos justos como aquellos que poseen precios accesibles para los consumidores y justas retribuciones para los productores.

Siguiendo estas pautas apostaríamos en nuestro hogar por una alimentación con productos de temporada que sea acorde con las tradiciones de la zona y cuya producción sea respetuosa con el medio ambiente, el bienestar animal y la salud humana. Además ha de tener un precio coherente y asequible.

  1. Alimentación km 0

Otro de los proyectos que desarrolla la organización es el de restaurantes km 0, y dentro del mismo se encuentran los criterios para que un plato sea considerado km 0. Estos criterios pueden ser igualmente aplicados a nuestros platos y de este modo acercarnos aún más a la filosofía delo concepto. Uno de los criterios es que un 40% de los ingredientes deben ser de procedencia local, incluyendo el ingrediente principal, lo cual implica que los productos se compren directamente al productor y éste los haya producido a menos de 100 kilómetros.

Además, ningún plato podrá contener alimentos transgénicos. El último de los criterios requiere que el 60% de los ingredientes restantes pertenezcan a un listado de alimentos que se encuentran en peligro de extinción.

Cumpliendo con estas recomendaciones podremos acercar mucho más nuestros hogares a la filosofía slow food, obteniendo así todos los beneficios personales y ambientales que declara la organización.

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