Guía uso estufas y braseros

Vivimos tiempos en los que los gastos por calefacción se han disparado, haciendo que en muchos hogares recurran a estufas y braseros para entrar en calor, pero ¡ojo! Su uso debe ser muy responsable para garantizar la seguridad de toda la familia.

Los braseros son un clásico en muchas casas cuando llega el frío. Ya sean de brasas, carbón vegetal (picón, cisco…) o resistencias eléctricas, son capaces de caldear el ambiente de una estancia. Por otro lado, se han incorporado al mercado nuevos tipos de estufas, como las de pellets, que proporcionan calor de forma más uniforme y con un menor gasto económico que las consideradas más tradicionales.

Tanto en el caso de las estufas, como en el de los braseros es fundamental tener en cuenta que un mal funcionamiento o un mal estado pueden provocar serias consecuencias. Estamos hablando no solo de un incendio en nuestra vivienda, sino también de casos de intoxicación por monóxido de carbono.

Para evitar cualquier susto, desde Vivienda Saludable os proporcionamos una serie de consejos para usar estos sistemas con seguridad:

  • Atención a la conexión. Tanto si es una estufa eléctrica como un brasero eléctrico, hay que prestar especial cuidado a la hora de conectarlo a una regleta en la que estén enchufados otros aparatos. De esta forma, evitarás una sobrecarga. De hecho, es mejor enchufarlo directamente, sin ponerlo en una regleta. Y es que hay que tener en cuenta que, si la regleta supera su capacidad de carga, existe riesgo de incendio en la vivienda. Otro consejo es que la regleta se coloque, además, lejos de cortinas o alfombras, ya que son objetos que arden con mayor rapidez.
  • No se debe cubrir el aparato con ropa ni ningún otro tipo de material.
  • Apagarlo antes de acostarse. Algunos dispositivos modernos incluyen hasta la posibilidad de programarse para que se apaguen tras cierto tiempo de uso. No obstante, si el brasero o la estufa no disponen de esa opción, es tan sencillo como acordarse cada día de apagarlo una media hora antes de acostarse.
  • Bajo ningún concepto dejarlos encendidos en nuestra ausencia. Ni aunque sean un corto espacio de tiempo o para que se vaya calentando la casa un rato antes de que lleguemos.
  • Asegurarse de que exista una buena ventilación en la habitación para evitar la acumulación de gases peligrosos. Nunca hay que usar braseros en espacios cerrados sin ventilación adecuada.
  • Revisar el color de las llamas para saber si la combustión es la adecuada. Cuanto más amarillas sean, peor será, por lo que podría desembocar en una acumulación de gas tóxico. Lo ideal es que las llamas sean de color azulado.
  • Ojo con las quemaduras. El contacto directo con las superficies calientes del brasero o con las llamas puede causar quemaduras. Hay que extremar el cuidado al manipular el brasero y lo que lo rodea.
  • En el caso de las estufas a leña es importante mantener limpias las chimeneas para evitar que el hollín pegado en sus paredes pueda prenderse fuego. También hay que tener la precaución de no dejar cerca nada que pueda caer en la estufa y causar un incendio, así como colocar un chispero que contenga las chispas que puedan saltar y prender fuego a algo.
  • Ante el más mínimo olor, molestia o ardor de ojos, mareos o problemas para respirar, conviene apagar la estufa y ventilar el lugar.
  • Es recomendable la instalación en las viviendas e inmuebles de detectores de humo que avisan en caso de incendio. Este dispositivo detecta la concentración de humo y da un tiempo muy valioso para evitar que las personas puedan intoxicarse por la inhalación de gases tóxicos.

Son consejos muy sencillos de poner en práctica porque, ante todo, se trata de usar los calefactores, braseros y estufas sin poner en riesgo nuestra salud y la de que los que nos rodean.

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